Jesucristo es Dios el Señor

© David H. Linden    imputed@gmail.com

 

Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos.  (Hechos 10:36)

 

Durante 2000 años desde que Jesús estuvo en esta tierra, los creyentes cristianos han confesado que Jesús es Señor (Romanos 10:9; 1 Corintios 8:6; 12:3). A través de todos estos años las verdades más atacadas por el maligno han sido las doctrinas de Dios y de la salvación por medio de la fe en Jesucristo.  

 

Muchos niega la existencia de un dios a la vez que otros tantos creen en la existencia de muchos dioses.  Ciertos falsos maestros promueven la imagen de un dios con una sola persona. Sin embargo, ese dios tampoco es el Dios de la fe cristiana. El trascendente Dios de la Biblia es un Espíritu santo, perfecto, misterioso, e infinito.  Dios es la unidad inmutable y gloriosa de tres personas iguales. En toda la creación no hay, ni habrá, nada como Él. Nada ni nadie es como Dios. Si alguna de las tres personas fuere removida, ya no habría Dios. Sólo existe un Dios, y la Trinidad es aquello que este santo Dios es. Él es quien Él es (Éxodo 3:14), y sólo Dios puede decirnos quien Él es, lo entendamos o no.  

 

Nosotros confesamos que uno de los tres, siendo una persona totalmente divina, se hizo hombre y vivió entre nosotros. Siendo tan difícil negar la existencia de Jesús de Nazareth, a menudo escuchamos a “expertos” admitir la existencia de un Jesús, a la vez que niegan que Él es Dios el Señor. Ese asunto es precisamente el tema de este folleto. Existen mil y una perspectivas acerca de Jesús, pero sólo una verdad acerca de Él que consiste la enseñanza de la Biblia.

 

La verdad acerca de Cristo representa el corazón de nuestra fe. La vida eterna depende de creer en el Dios verdadero (Juan 17:3). Llamar a alguien hermano o hermana en Cristo depende de nuestra identificación de Cristo. Quién es Jesús es la prueba clave tanto de la ortodoxia como de la apostasía (1 Juan 4:1-3).  Dios Padre ha establecido al hombre Cristo Jesús como el único mediador entre Él y nosotros (1 Timoteo 2:5). No hay otro acceso a Dios (Juan 14:6).

 

Este folleto tiene la intención de convencer a los lectores sobre la gran profundidad de las enseñanzas bíblicas de que Jesús es Dios el Señor. Mi enfoque hacia esta verdad hace uso de las Escrituras con el fin de mostrar cuan enfáticas, centrales, y claras son. No muchas partes de las Escrituras afirman explícitamente que Jesús es Dios, sin embargo en muchas formas las Escrituras muestran que lo es. Estas conexiones en la Biblia deben incluir el Antiguo Testamento (AT). El Señor nos ha dicho que las Escrituras del AT testifican sobre Él (Juan 5:39,46; Lucas 24:25,44). Además, aquello que Jesús dijo acerca de sí mismo en los Evangelios merece especial atención. ¿Cómo es posible ser un creyente en Cristo sin que sus palabras sean aceptadas? A todo esto, los apóstoles del Señor han añadido su testimonio.

 

He provisto un gran número de referencias ya que espero que este folleto conlleve al estudio de esos pasajes. He intentado contestar unas cuantas negaciones de la deidad de Nuestro Señor. Jesucristo es Dios el Señor pone énfasis en el testimonio bíblico masivo de que nuestro Salvador es Dios. 

 

A.  Textos que afirman que Jesús es Dios

 

Del apóstol Juan      En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1). A Dios nadie le vió jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer (Juan 1:18). Al principio de su evangelio Juan llamó a Jesús Dios en dos ocasiones. Al final de su evangelio, Juan reportó que Tomás había llamado a Jesús, “Mi Señor y mi Dios!(Juan 20:28). Este mismo apóstol terminó una de sus cartas diciendo, “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 John 5:20). De manera que cuatro veces Juan aplicó la palabra Dios a Jesús.

 

Del apóstol Pablo      Pablo dijo que del pueblo de Israel “son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” (Romanos 9:5). En Tito 2:13, Pablo habló de la venida de Cristo como “la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo…”  En la gramática griega cuando dos títulos comparten el mismo artículo, se refieren a la misma persona. Tito 2:13 dice realmente: “El gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo.” Si se leyera el Dios y el Salvador, entonces hablaría de dos personas – una llamada Dios y la otra llamada Salvador. Sin embargo Tito 2:13 está hablando de una Persona, el Dios/Salvador, Jesús.

 

Del apóstol Pedro      En 2 Pedro 1:1 Pedro escribió de Cristo “nuestro Dios y Salvador” en una manera muy similar a Pablo en Titus 2:13. 

 

Del autor de Hebreos      El Padre dice al Hijo, “Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo…” (Hebreos 1:8). No sorprende que Jesús es llamado Dios, debido a que sólo Aquel quien es Dios puede ser “el resplandor de su gloria” (Hebreos 1:3), y eso es lo que el Hijo es.

 

La sorpresa      A pesar de que estos versículos muestran que Jesús es llamado Dios, este hecho importante no es la mejor prueba. El maligno es llamado dios de este mundo (2 Corintios 4:4), mientras que los seres humanos pueden ser llamados dioses (aunque rara vez) por el hecho de haber sido líderes, como en Juan 10:34,35. La palabra Dios no es el nombre personal del Señor. Cuando la Biblia menciona “Dios” quiere decir el Señor mismo, especialmente en relación a Su posición de exaltación por encima de todas las demás. En un lugar de trabajo, la gente puede hablar del jefe, aquel que posee tal posición, sin embargo jefe no es el nombre verdadero del jefe. La manera usual en que el apóstol Pablo se refiere al Padre es Dios, y a Jesús como Señor (1 Corintios 8:4-6). Sólo dos veces Pablo usa el término Dios para Jesús. Esto nos conduce a la evidencia más contundente de que Jesús es el Señor Dios.   

 

B.       Textos del Nuevo Testamento que aplican el nombre “Jehová” a Jesús

 

La razón principal para creer que Cristo es el Señor de gloria (1 Corintios 2:8) es la manera en que el NT lo llama Señor. En algunas ocasiones la palabra griega empleada para Señor (kurios) simplemente significa “señor”. Esta es una manera muy propia de dirigirse a mucha gente en el mundo sin implicar que sean Dios! (Ver Mateo 25:11.) El NT usa kurios para indicar el respeto de Sarah por su esposo (1 Pedro 3:6). Ella no quizo decir que Abraham era el Señor. Sin embargo, en ciertos casos en que el término Señor se aplicó a Jesús, era para indicar que Él es una persona a quien el AT llama “SEÑOR. Esos textos son la prueba más clara de que Jesucristo es también el Señor Dios!

 

Uno debe empezar por identificar textos del NT que citan textos del AT en tal forma que se pueda identificar a Jesús como el Señor Dios de Israel. Habiendo afirmado esta verdad, habrá una mayor seguridad de aquello que los apóstoles quisieron decir cuando hablaron de Jesús como Señor. Si Jesús tiene derecho a ser llamado por el nombre de Dios – un nombre que nadie más posee – entonces realmente es Dios! La Biblia nos dice que el Padre desea que la creación entera confiese a Jesús de esa forma (Filipenses 2:9-11). Debemos honrar al Hijo de la misma manera que honramos al Padre (Juan 5:23).

 

SEÑOR o Señor en el Antiguo Testamento      En el AT, el nombre de Dios siempre es dado en las Biblias de lengua española como Jehová[1] (que originalmente incluye cuatro letras mayúsculas). Ese es el nombre de Dios[2], no su título o posición. Hay otras palabras en el AT que significan una posición importante. Una de ellas (Adonai) es traducida “Señor” (pero sin las cuatro mayúsculas). El Salmo 110:1 contiene tanto el nombre como el título:Jehová dijo a mi Señor…”

 

1.  La manera en que Isaías 45 es citado por Filipenses 2

 

¿Quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay más. Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua. (Isaías 45:21-23)

 

… Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de todos los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:9-11)

 

En Isaías 45 el SEÑOR es quien habla.  Al igual que en Deuteronomio 4:35,39, Él declara que no hay otro Dios ni Salvador aparte de Él. Los términos Dios y Salvador son aplicados a Jesús en el NT, lo cual sería inapropiado si Jesús no fuera identificado como el Señor en Isaías. El gran mensaje de Isaías 45 es tan  importante que Dios hace un juramento por la verdad que contiene. Él anunció que toda rodilla será doblada ante Él como Dios, y que toda lengua confesará por su nombre. De esta forma el Señor Dios de Israel indicó que Él sería reconocido por toda la tierra. El Apóstol Pablo obviamente estaba familiarizado con este pasaje en Isaías 45. Él aplico a Jesús las mismas palabras que Dios usó para declararse a sí mismo como el único Dios. Habría sido terrible que Pablo hiciera esto a menos que fuera verdad. Pablo dijo además que Jesús ha sido exaltado en el lugar más alto. Desde luego, el trono de Dios es el lugar más alto. La manera en que el Padre otorga a Jesús el más alto reconocimiento es a través de darle el más alto nombramiento. Todo judío sabía lo que eso era. Sería el sagrado nombre de “SEÑOR”. Todo el mundo confesará esa misma verdad – que Jesucristo es Señor. Reconocerlo como Señor glorifica y complace al Padre, quien se ha determinado que todo el mundo deberá inclinarse ante Cristo.

 

2.  La manera en que Isaías 8 es citado por 1 Pedro 3

 

No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo.  A Jehová de los ejércitos, a él santificad, sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer … (Isaías 8:12-14)

 

Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones(1 Pedro 3:14, 15)

 

Pedro citó Isaías 8 donde el SEÑOR advertía a la gente no temer aquello que los otros temían. Ellos sólo debían temer al SEÑOR. Con el fin de santificar al SEÑOR ellos debían hacer una distinción. Sólo el SEÑOR debía ser el objeto de su confianza, no todo aquello en lo que otros confiaban. ¿Quién debe ser apartado como Señor en los corazones? ¡Fue precisamente en esta parte que el Apóstol insertó Cristo en la cita del AT! No fue un accidente. En lugar de decir “Aparten al Señor en sus corazones”, dijo, “Aparten a Cristo como Señor en sus corazones”. Pedro identificó intencionalmente a Cristo somo el SEÑOR de Isaías 8.  

 

3.  La manera en que el Salmo 102 es citado en Hebreos 1     

Hebreos 1:5-13 hace un contraste del Hijo con los ángeles y le equipara con Dios. Cita el Salmo 45, diciéndonos que es acerca del Hijo: “Mas del Hijo dice: ‘Tu trono, Oh Dios, por el siglo del siglo’”. Después de llamar Dios al Hijo, cita el Salmo 102, llamándolo Señor. El Salmo 102:25 dice, “Desde el principio tu fundaste la tierra…”  a lo que Hebreos 1:10 añade “Oh Señor”, debido a que el nombre SEÑOR se encuentra en el Salmo en versículos anteriores. El salmista se estaba dirigiendo al SEÑOR cuando dijo, “En el principio fundaste la tierra…” Al agregar “Oh Señor”, Hebreos 1 equipara a Jesús con el SEÑOR Dios del Antiguo Testamento, el creador.  

 

4. Otras referencias al SEÑOR en el AT aplicadas a Jesús en el NT

  

·   Deuteronomio 10:17 dice, “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Seños de señores, Dios grande poderoso y temible …” Ahora considere que Jesús es llamado el “Rey de reyes y Señor de señores” en Apocalipsis 17:14 & 19:16.

·   Isaías 40:3-5 predijo que un hombre vendría como una voz en el desierto, diciendo a la gente “preparad el camino para el SEÑOR…una calzada a nuestro Dios”. Juan el Bautista introdujo a Jesús como ese SEÑOR. Al citar Isaías 40 dió su maravillosa comprensión de quien era Cristo (Juan 1:23,29-34; ver también Mateo 3:3; 11:10).

·   El SEÑOR que habló las palabras de Proverbios 3:12 es Cristo en Apocalipsis 3:19.  

·   En Zacarías 12:10, el SEÑOR mencionó un tiempo cuando Mirarán al que traspasaron… El Apóstol Juan nos dice que este pasaje se cumplió en la muerte de Jesús. Por eso cuando la gente miró el cuerpo traspasado de Jesús, era el Señor Dios de Israel a quien contemplaban (Juan 19:35-37).

·   En Romanos 10:9, la salvación viene a través de confesar a Jesús como Señor. El apóstol apoyó esa posición citando a Joel 2:32: "todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo" El Señor en Romanos 10 es Jesús, y  en Joel 2 es Jehová.  

·   Compare Isaías 6:1-3 con Juan 12:39-41. No pierda de vista Juan 12:41 donde Isaías vió la gloria de Jesús cuando vió al Señor ¡sentado sobre un trono alto y sublime! (En Isaías 6:1 es el respetuoso término Adonai, pero en 6:3 es Jehová).  Cuando Isaías vió al SEÑOR, ¡vió la Gloria de Jesús!

·   Isaías 8:14 dice que el SEÑOR sera una piedra de tropiezo. En Romanos 9:32,33 esa piedra es la persona predicha en Isaías 28:16. Pedro dice que esta piedra es Cristo (1 Pedro 2:4-8). (Véase Lucas 2:34.)

·   El SEÑOR proclamó el día de reposo como suyo (Éxodo 31:12-17), y en Marcos 2:27,28, Jesús dijo de sí mismo, “el Hijo del Hombre es Señor aún del día de reposo.”

 

Los Apóstoles Pablo, Pedro, y Juan, y el autor de Hebreos hacen referencia a Jesús como el SEÑOR de las escrituras del AT. ¡La evidencia más contundente de que Jesús es el Señor Dios es la manera en que las escrituras del NT emplean ese término para referirse a Él! Él también posee ese nombre santo que sólo puede pertenecer a Dios.

 

A quién pertenece el nombre Jehová?      Aquellos que claman lealtad al nombre Jehová, pero niegan que Cristo es Jehová (ó Yavé), no reconocen al Jehová real. Han hecho una separación entre el inseparable Padre e Hijo adoptando la imagen diabólica de un dios en una sola persona producto de su propia invención. Así, restringen el nombre “Jehová” para referirse solamente al Padre, ¡lo cual se opone a lo que el Padre mismo hace! Solamente hay un SEÑOR Dios de Israel. Él es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo[3].

 

C.      Evidencia del Antiguo Testamento: el ángel del Señor

 

El Antiguo Testamento habla de una persona enviada por el SEÑOR llamada el ángel del Señor. Los ángeles son sus criaturas, a excepción del Hijo de Dios. La palabra ángel significa sencillamente emisario, de manera que los ángeles son agentes de Dios. Cristo puede ser llamado ángel/emisario sin ser uno de los ángeles creados por Dios. Este ángel especial, llamado el ángel del SEÑOR, es frecuentemente identificado como el SEÑOR, aunque también es distinguido del SEÑOR. El AT no contiene ninguna explicación acerca de la Trinidad, aunque es claro en él que el SEÑOR es más de una persona. De hecho, en Isaías 42:1; 48:16; y 61:1, ¡se encuentran tres personas! Cuando hacemos esta comparación con el NT, llegamos a la conclusión que el ángel del Señor[4] en el AT se refiere a Cristo, enviado por el Padre como su emisario. 

 

Génesis 16:7-14      El ángel del Señor que habló a Agar era el SEÑOR. Sin embargo, este ángel habló del SEÑOR como otra persona (v.11). Agar vió solamente al ángel del Señor y lo llamó Dios en el v.13. Fue el ángel del SEÑOR quien habló a ella (v.9), pero era “el SEÑOR quien le habló,” (v. 13). Esta es la primera mención en la Biblia acerca de esta persona, que es llamada tanto SEÑOR como Dios.

 

Éxodo 23:20-33      El SEÑOR dijo, “He aquí, Yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino …” Usualmente es llamado “el Ángel del Señor”, pero en Éxodo 23 Él es simplemente “mi Ángel”[5]. Puesto que Él tiene el derecho a no perdonar, tiene la prerrogativa de Dios, y así tiene el rango de Dios. Nótese Marcos 2:7-12. (Vea abajo, Él perdonó pecados). Lo que este Ángel/Emisario dice es aquello que Dios dice.  Él no sólo habla por el SEÑOR pero como el SEÑOR (v.22). Sus acciones son las de Dios (vv.23,27-30). Hay una distinción de dos personas que funcionan en unidad.

 

Las palabras “mi nombre está en Él” (v.21) merecen especial atención. Esto no es como nombrar a alguien en honor de otra persona. Nombre es sinónimo de persona, de manera que “mi nombre está en Él” significa “Yo estoy en Él”[6] (ver Juan 10:36-38; 14:10,11). En Deuteronomio 12:11 un lugar para el nombre del SEÑOR es simplemente un lugar para el SEÑOR. Puesto que el nombre de Dios es identificado repetidamente con este Ángel, el nombre “Yavé” ó “Jehová” es el nombre de este emisario.

 

 

Génesis 22      Dios dijo a Abraham que sacrificara a su hijo, y el Ángel del SEÑOR se lo impidió. Él dijo que Abraham no había retenido a su hijo “de Mi” (vv.11,12). De esta forma el Ángel del SEÑOR es el SEÑOR a quien Isaac iba a ser ofrecido. En los vv.15-17 el Ángel del SEÑOR juró que Él daría a Abraham muchos descendientes. Hebreos 6:13-18 menciona que fue Dios quien hizo esa promesa, y Éxodo 32:11-14 menciona que fue el SEÑOR quien la hizo. Es obvio que el Ángel del SEÑOR es Dios el SEÑOR.

 

Otros versículos:     

 

El uso de este título en el Antiguo Testamento muestra que:

 

1.       El Ángel del SEÑOR fue enviado por el SEÑOR.

2.       Este Ángel del  SEÑOR es una persona diferente del SEÑOR que lo envió.  

3.       El Ángel del SEÑOR es identificado como el SEÑOR.

 

El Señor Jesús jamás usó esté título para sí mismo, ni en cualquier otra parte de las Escrituras se identifica explícitamente este título con el de Mesías, Hijo de David, ó Hijo del Hombre. En Malaquías 3:1 la palabra traducida como emisario aparece dos veces. En ambas ocasiones se usa el término ángel (aggelos) en el AT griego[7]. El primer emisario estaba encargado de preparer el camino para el Señor. Ese emisario fue Juan el Bautista (Mateo 11:7-15 y Marcos 1:1-8). Aquel a quien Juan iba a introducir era el Señor. Él es también llamado emisario o ángel. Él es el emisario del Pacto, ó el ángel del Pacto (Malaquías 3:1). De esta forma la última página del AT identifica a Cristo como este ángel. 

 

El Ángel del SEÑOR del AT cuadra perfectamente con la presentación de Cristo en el NT. Cristo como el Verbo es el emisario de Dios (Juan 1:1,18). Dios ha hablado en Su Hijo (Hebreos 1:1,2). Cristo fue enviado por Su Padre (ver Juan 8:42; 10:36), pero es distinguido de Su Padre. Nadie sino aquel que es SEÑOR puede reclamar el nombre único del SEÑOR, sin embargo Jesús lo hizo. Esta otra persona aparece como un Ángel único a principios y a finales de AT,  y fue nacido de una madre humana en el NT. El también es el SEÑOR Dios de Israel.

 

 

 

 

D.       Evidencia del Antiguo Testamento: el pastor del pueblo de Dios

 

El Fuerte de Jacob … el Pastor, la Roca de Israel  (Génesis 49:24)

 

El Pastor de Israel es un título de Dios al igual que en el Salmo 80:1: “Oh Pastor de Israel, esucha … tú que estás entre querubines …” Solamente el SEÑOR se sentó en Su trono entre los querubines (Salmo 80:4). Él es el mismo SEÑOR a quien David llamó su Pastor en el Salmo 23:1.

 

Los pastores pueden ser personas que cuidan (Hechos 20:28) ó gobernantes. Por ejemplo, el rey David se convirtió en pastor de la nación (Salmo 78:70-72). ¿Cómo podemos saber si Jesús es más que esa clase de pastor? ¿Acaso la Biblia presenta realmente a Cristo como Dios el SEÑOR, el Pastor del pueblo de Dios?

 

La audaz respuesta de Jesús fue, “Yo Soy el buen Pastor” Juan 10:11,14. Él estaba afirmando ser el Pator del Salmo 80. Otros textos del NT lo apoyan. Cristo es Príncipe de los pastores en 1 Pedro 5:1-4 y “el gran Pastor de las ovejas” (Hebreos 13:20), ¡a quien se debe la gloria por los siglos de los siglos! Este es un lenguaje ideal sólo para referirse Dios. La presentación del AT de Dios como Pastor es seguida por una revelación del NT en la que Cristo posee el mismo título tres veces. Él es el Pastor, no un pastor, pero el principal por encima de los demás.

 

Cuando el AT habla del SEÑOR como Pastor (Isaías 40:10,11) y luego de Cristo como el Pastor en el NT, nos dice quien realmente es Jesús. Los siguientes pasajes Mesiánicos hablan de Cristo en su rol de Pastor. Puesto que el SEÑOR se promete a sí mismo como el Pastor que viene en estos textos, esto demuestra que Cristo como el SEÑOR Dios es su cumplimiento.

 

1. El Pastor Mesiánico Miqueas 5:2-5      Pero tú Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad  … Y el estará, y apacentará con poder de Jehová, con grandeza del nombre de Jehová su Dios; y morarán seguros, porque ahora será engrandecido hasta los fines de la tierra. Y éste sera nuestra paz.

 

Aquel que nacería en Belén claramente es Jesucristo, el gobernante prometido sobre Israel (v.2). Mateo menciona que Miqueas predijo a Jesús (Mateo 2:3-6). Cristo apacentará su rebaño (v.4), y su grandeza alcanzará los confines de la tierra (ver Salmo 72:8.) Además, Miqueas habla acerca de sus orígenes antiguos, indicando que el soberano por venir era eterno. Miqueas añadió que el Mesías sería su paz, un beneficio que sólo puede venir a través de Cristo (Efesios 2:14).

 

2. El Pastor Mesiánico en Ezequiel 34      Este texto contiene más detalles que ningún otro acerca del SEÑOR como Pastor.  En los tiempos de Ezequiel, los egoístas líderes pastorales de Israel se preocupaban sólo de sí mismos. Ellos consumían a su rebaño (vv.1-6), pero el SEÑOR lo rescataría (vv.7-10). El SEÑOR mismo buscaría y salvaría a los que estuvieran perdidos (vv.11-22; ver Lucas 19:10). El pondría “sobre ellos un Pastor, mi siervo David” (v.23). (En este versículo, “David” es una forma de abreviar “el Hijo de David”. Ezequiel escribió mcuhos años después que David había muerto).

 

El SEÑOR hizo énfasis en Su involucramiento personal como Pastor: “Yo mismo buscaré a mis ovejas” (v.11); Yo cuidaré de mis ovejas (v.12); Yo las rescataré (v.12); Yo las traeré (v.13); Yo las alimentaré (v.13), y Yo las apacentaré (v.14). En los versículos 11-22 el SEÑOR soberano proclamó aquello que haría 15 veces. Después dijo que lo haría por medio de su siervo David. Al prometerse a sí mismo, estaba prometiendo a Cristo. El “Yo mismo” del v.11 se convierte en “Yo pondré sobre ellos… a mi siervo David” (v.23). 

 

“Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor. Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor.” (Ezequiel 34:30,31).

 

La profecía de que el Pastor/Mesías viene significa que el SEÑOR estará con ellos (nótese la misma temática en Ezequiel 37 abajo). En Ezequiel 34:31, Dios declara que el pueblo es sus ovejas. Luego Jesús lo llama sus ovejas (Juan 10:14,26). Al hablar de esta forma , Jesús se identificó a sí mismo como el SEÑOR de esas ovejas, que representa el cumplimiento de Ezequiel 34, lo cual hizo de dos formas: Él afirmó que Él era el Pastor, y  afirmó que las ovejas eran suyas (Juan 10:11,14,26). Jesús utilizó el lenguaje específico de “un Pastor” (Juan 10:16) que se encuentra en Ezequiel 34:23.

 

Cristo es un contraste de los pastores que mataban las ovejas en Ezequiel 34:3, y que abusaban del rebaño. En Juan 10 Jesús es el contraste de los pastores abusivos de Juan 9. En Ezequiel 34 las ovejas morían como banquete de sus pastores, sin embargo el buen Pastor afirmó que Él moriría por Su rebaño (Juan 10:10,11). Con un lenguaje específico y claras analogías paralelas, Jesús afirmó su posición como el Pastor divino sobre el rebaño de Dios. El Señor Jesús es el cumplimiento de esta profecía.

 

3. El Pastor Mesiánico en Ezequiel 37:24-27      “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y hare con ellos pacto de paz, pacto perpetuo sera con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellospara siempre. Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”

 

Mi siervo David se refiere al Hijo de David por venir. Sólo Jesús puede ser el cumplimiento de esta promesa. Miqueas 5:5 promete paz, y Ezequiel 37 predice un pacto de paz. Jesús es el Mediador de ese pacto nuevo y eterno (ver Hebreos 8:6-13, 9:15, 12:24, y 13:20.) La sangre de Jesús es la sangre del nuevo pacto (Lucas 22:20).

 

 

La bendición de Hebreos 13      Ezequiel 37 prometió a Cristo (el Hijo de David, v.24), un pacto de paz (v.26), uno que es eterno (v.26), con purificación del pecado (v.23) y con una nueva obediencia infundida en ellos (v.24).  Hebreos 13:20,21 pronuncia una bendición del Dios de paz, que actúa a través de la (purificadora) sangre de Cristo el gran Pastor de las ovejas. El resultado de todo esto es que Dios trabaja en nuestros corazones una obediencia agradable a Él. 

 

 

Cuando el SEÑOR dijo, “…y pondré mi santuario entre ellos para siempre” (v.26) prometió que el Hijo de David sería su príncipe para siempre (v.25). Cristo es el futuro Pastor, Rey y Príncipe. Lo cual indica una reconciliación permanente.

 

Apocalipsis 21:3 dice, “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”. El tabernáculo es la presencia de Dios entre Su pueblo. Cuando Jesús fue hecho carne, era el SEÑOR habitando entre los hombres (Juan 1:14), así como lo había hecho en el desierto. Jesús era el nuevo tabernáculo de Dios en la tierra. En los días de Moisés el pueblo vió la gloria de Dios por encima del tabernácculo anterior (Éxodo 40:34,35). Cuando Jesús se encarnó, la humanidad podía ver nuevamente la gloria de Dios. El antiguo tabernáculo había sido construido de manera que Dios pudiera estar entre su pueblo. Más adelante, Él puso su presencia nuevamente en la tierra al enviar a Cristo, de tal forma que cualquiera que le viera habría visto al Padre (Juan 14:9). Nada de esto tiene sentido a menos que Jesús fuera el Señor Dios encarnado.  

 

Cristo lo cumple todo. Él afirmó ser ese “pastor”. Él es el Hijo de David, el Príncipe prometido, el Mediador del nuevo pacto, y Su presencia aquí era el tabernáculo de Dios en la tierra.   

 

4. El Pastor Mesiánico en Jeremías 23:1-6      La profecía de Jeremías está íntimamente relacionada con Ezequiel 34 y 37. Ambos profetas hablaron del mismo problema en el mismo marco de tiempo. Pastores-soberanos estaban destruyendo al rebaño. Ambos profetas predijeron un buen rey por venir en la línea de David. Jeremías menciona que el SEÑOR mismo reuniría a su rebaño (v.3), la clase de actividad que un pastor desempeña. Luego el profeta añadió que éste rey por venir sería justo. El cumplimiento de Jeremías 23 es Jesús, el buen (y justo) Pastor en la línea de David. El SEÑOR había dicho que Judá sería salva. Esto indica que el rey por venir sería su salvador. La predicción de Jeremías concluye con una bella culminación; el nombre apropiado de este rey justo en la línea de Davis es el SEÑOR justicia nuestra.

 

 

 

 

 

¿Acaso Jeremías 23:6 enseña que cristo es el SEÑOR Dios? Mucha gente tenía nombres que hacían referencia al Señor. Por ejemplo, el nombre de Isaías significa “el SEÑOR salva”. El nombre de Ezequiel significa “Dios fortalece”. Sin embargo, eso nunca significó que Ezequiel era Dios. Aunque tales nombres hacían declaraciones que glorificaban a Dios, éstas no describían a la persona con dicho nombre. Un nombre que confiesa al SEÑOR nos es una afirmación de ser el SEÑOR. “El SEÑOR justicia nuestra”, sin embargo, describe a Cristo, tal como lo hacen sus cuatro nombres en Isaías 9:6. En Isaías 7:14 Emmanuel (Dios con nosotros) es también una declaración acerca de Él (Mateo 1:23). El nombre “Jesús” fue dado puesto que Él es el Salvador que “salvará a su pueblo de sus pecados”. 

 

Jesús es nuestra justicia (1 Corintios 1:30), porque É les el único que ha obedecido la ley de Dios. En Su obediencia los creyentes son declarados justos (Romanos 5:19). Miqueas y Ezequiel proclamaron la pay a través de este Pastor. Aquellos que son justificados por medio de la fé en Cristo, el SEÑOR justicia nuestra, tienen paz con Dios (Romanos 5:1,2),  porque Él es la justicia que necesitamosd (2 Corintios 5:21).  

 

5. El Pastor Mesiánico en Zacarías 13:7      Zacarías profetizó que el Pastor sería herido y las ovejas dispersadas. Jesús citó este texto acerca de sí mismo en mateo 26:31 y Marcos 14:27. De esta forma Jesús es el Pastor que Zacarías había predicho. Él es un hombre, pero es  llamado “el compañero” de Dios ó “el hombre en pie junto a mí” (ESV). Si Jesús es tan íntimamente ligado con el SEÑOR, debe ser más que un hombre. El Pastor, que sería herido y crucificado, es el Socio del Padre.

 

Resumen del SEÑOR como Pastor:      Jesús afirmó que las Escrituras testificaban acerca de Él (Juan 5:39). Él nacería bajo el linaje de David en Belén, el pueblo de David. Las profecías mesiánicas de que el SEÑOR apacentaría personalmente a su rebaño se cumplen en Cristo. Por lo tanto, Jesucristo es el SEÑOR Dios de Israel, el “Pastor” que Ezequiel 34 y 37 habían predicho. El buen, el principal, y el gran Pastor son títulos del Señor anticipados en el AT y afirmados en el Nuevo. Los tres títulos se aplican a la persona de Cristo. Para entender estas profecías, es necesario estudiar Juan 10 cuidadosamente.

 

Jesucristo es el Fuerte de Jacob … el Pastor, la Roca de Israel (Génesis 49:24). Además de estos versículos en que el SEÑOR es mencionado como Pastor, algunos se refieren al Hijo de David por venir como Dios (Isaías 7:14; 9:6). La deidad de Cristo no sólo es una doctrina del NT; es la enseñanza de la Biblia entera. En el NT veremos cómo el Señor Jesús se aplicó grandes títulos a Sí mismo.

 

E.        Cuatro títulos que Jesús usó para Sí mismo

 

1. El Cristo      La palabra Cristo proviene del griego; en hebreo es Mesías y en español, ungido. El AT menciona este título en dos lugares solamente: Daniel 9:25,26  el Salmo 2:2. (De acuerdo con Hechos 2:24-27 y 13:32, 33 el Salmo 2 se refiere a Cristo). En tres ocasiones Jesús mencionó ser el Mesías (Juan 4:25, 26 y 17:3; Marcos 14:61, 62). En dos ocasiones el Señor estuvo de acuerdo con aquellos que afirmaron que Él era el Cristo (Juan 11:25-27 y Mateo 16:16). En Juan 11:25-27 el término Hijo de Dios es unido al de Cristo. Al afirmar que Él era el Cristo, quiso decir lo que el Salmo 2 y Daniel 9 habían dicho de Él[8].   

 

2. El Hijo de David      Este título aparece sólo en Mateo, Marcos y Lucas. Aparece más veces que la palabra Mesías. Los títulos están estrechamente conectados: "¿Qué pensais del Cristo? ¿De quién es hijo?" "de David," le dijeron (Mateo 22:42). El AT declaró que el Mesías descendería de David (Isaías 9, 11 y 55; Salmo 89; Amós 9; y Jeremías 23). El Nuevo Testamento comienza estableciendo esta conexión humana con el rey David. Para ser el Mesías, debía ser también el Rey humano de Israel. (Ver Juan 18:37). Es necesario recordar la insistencia de Dios de que Él como Dios era su Rey (1 Samuel 12:12). Los Salmos (como el Salmo 47) se refieren a Dios como Rey. El AT nos lleva a esperar una persona divina que sería el Hijo del David humano. 

 

·          Algunas predicciones del AT indicaban que el prometido que vendría sería el SEÑOR.  (Ver arriba: “El Pastor del pueblo de Dios”).

·          En Isaías 7:13, 14 y 9:6, 7 el Hijo de David que vendría es llamado Dios.

·          Jesús afirmó ser el Rey  y Mesías prometido del AT.

 

Por lo tanto, al hacer tales afirmaciones, Jesús afirmaba ser el Señor Dios[9].

 

3. El Hijo de Dios      De los cuatro títulos que hemos considerado aquel que se refiere más directamente a la deidad de Cristo es “Hijo de Dios”. En diversas ocasiones (casi 100 en el Evangelio de Juan) el Señor Jesús mencionó a Dios como “el Padre” ó “Mi Padre” (Juan 5:17). Cuando lo hizo, daba a entender que como Hijo único del Padre era igual al Padre (Juan 5:18). Cuando mencionó a Dios como el Padre de otros dijo “su Padre”; por su relación dijo “Mi Padre” (Juan 20:17). Utilizó la forma corta “Hijo” (Mateo 11:27) con mayor frecuencia que “Hijo de Dios” (Juan 10:36). Cuando mencionó “Hijo del Hombre” era el eterno Hijo de Dios comisionado para hacerse hombre, aunque reteniendo su rango de Dios. Cuando mencionó “Hijo” quiso decir que era el socio obediente del Padre, su eterno compañero, y su perfecta reflexión. Como hijos adoptivos nosotros no somos el resplandor de la gloria de Dios, sino Jesús (Hebreos 1:3). Con el simple término de Hijo, Jesús daba a entender enfáticamente que Él también, es Dios y Señor en la Trinidad indivisible. (Ver Juan 5:19-23 abajo en El Hijo hace todo lo que Dios hace).

 

4. El Hijo del Hombre      “… he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” (Daniel 7:13, 14)

 

El título Hijo del Hombre aparece en los cuatro Evangelios en más de 70 ocasiones. Este era el título que Jesús utilizaba para sí mismo más que cualquier otro. En Daniel 7 esta gran persona, que es el Hijo del Hombre, es distinguido del Anciano de días. El Anciano de días es el eterno SEÑOR Dios. Por lo que Daniel 7 muestra nuevamente que el SEÑOR es más que una Persona. En Daniel 7, el Padre otorga a Cristo completa autoridad (ver Juan 5:27) sobre el mundo (véase Mateo 11:27; 28:18 y Juan 3:35). La adoración está reservada exclusivamente para el SEÑOR (Éxodo 20:3-5), sin embargo en Daniel 7 adorar a este Hijo del Hombre es adecuado. Al ser interrogado en su juicio si Él era “el Cristo, el Hijo del Bendito”, Jesús respondió con Daniel 7:13: “‘Yo soy’, dijo Jesús. ‘Y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo’” (Marcos 14:62). La respuesta de Jesús incluye el enfático Yo Soy, indicando el nombre del Señor. La reacción de sus enemigos acusándolo de blasfemia revela que ellos habían entendido su respuesta. Ellos sabían que “viniendo en las nubes” daba a entender que Él vendría como Dios en poder para hacer cumplir su voluntad. (Ver Salmo 18:6-15; 97; 104; Isaías 19:1; y Nahum 1:2-6).

 

Como el Hijo del Hombre, Jesús portaba este título majestuoso en pobreza y muerte (Mateo 8:20 y 17:12). Asimismo, lo portará en la Gloria de su segunda venida (Mateo 13:41, 16:27, 19:28; 25:31)[10].

 

No existen otros títulos para Cristo, como el Verbo (Juan 1:1,14) y el Salvador (Juan 4:42), sin embargo los cuatro arriba mencionados son los que el Señor usó para Él mismo. Mencionó también que Él era su Señor (Mateo 12:8) y Maestro, lo cual es un ejemplo más de cómo Jesús aplicó el rol de SEÑOR a Él mismo. (Ver Salmo 25:9 e Isaías 48:17, “Yo soy el SEÑOR Dios tuyo, que te enseña”). Tenemos un Maestro final (Mateo 23:8-11), y Jesús es ese Maestro (Juan 13:13,14). El uso que Él hizo de esta variedad de títulos encaja perfectamente con su afirmación constante de que Él era su Señor Dios. 

 

 

 

En la hora del juicio      Ante el Sanhedrín, Jesús afirmó ser el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre, y el Cristo – ¡los tres! (Lucas 22:69, 70; Marcos 14:60-62; Mateo 26:63, 64). Ese mismo día Jesús reconoció frente a Pilato que Él era el Rey de los judíos (Mateo 27:11; Juan 18:36,37). Él pudo sostener dicha afirmación solamente si afirmaba ser el Hijo de David.

 

Resumen de los cuatro títulos     Para poder ser el Cristo, Jesús tenía que haber sido el Hijo de David. El Hijo de David en Isaías 7 sería “Dios con nosotros”. El Señor afirmó ambos títulos para sí. Con frecuencia dijo ser el Hijo. Sus enemigos sabían que tales palabras representaban una afirmación de deidad, mas el Señor jamás corrigió su conclusión, diciendo algunas veces en la presencia de ellos que Él era el Hijo de Dios. El mayor número de veces Jesús se refirió a sí mismo como el Hijo de Hombre. Cada vez que usaba ese título, daba a entender, de acuerdo con Daniel 7, que era propio para Él ser adorado como Dios, y que toda la autoridad sobre todas las personas en todo tiempo era legítimamente suyo por haberle sido dado de Su Padre. 

 

F.        Afirmaciones de Jesús acerca de sí mismo

 

Mateo 11:25-28: Sólo el Hijo conoce al Padre

 

“… Jesús dijo: Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera reveler. Venid a mí todos los que estáis trabajdos y cargados, y yo os hare descansar.”

 

En estas palabras Jesús afirmó un conocimiento exclusivo que tanto Él como el Padre tienen el uno del otro, y que no es compartido por ninguna otra criatura.  (Al igual que el Hijo, el Espíritu Santo también conoce la mente de Dios, 1 Corintios 2:10,11). Dios no aprende puesto que Él conoce todas las cosas. Su conocimiento infinito no puede aumentar. Cuando Jesús afirmó conocer al Padre en la misma forma que Dios lo conocía, afirmó tener la omnisciencia de Dios. Sólo una persona infinita puede conocer por completo al Dios infinito, y ese es el conocimiento que Jesús afirmó tener de Dios el Padre. Pues para Él decir tal cosa significaba decir que Él el Señor Dios.

 

El Padre y el Hijo se revelan el uno a otro, son capaces de hacerlo y tienen el derecho de hacerlo. El Padre mantiene y revela; el Hijo asimismo revela a quien Él escoge.

 

Estas afirmaciones que implican deidad son seguidas por una invitación de Cristo a quienes le escuchan a venire a Él. Después de hablar del Padre como Señor del cielo y de la tierra, sería patético que dijera, “Venid a Mí” si no fuera Dios. En Isaías 45:22 el SEÑOR dijo desde el cielo: “Vuélvanse a Mí y sean salvos.” Jesús es el Señor Dios que había hablado de esa forma por medio de Isaías, y después como hombre en la tierra, repitió esa invitación divina con su famoso “Venid a Mi…”

 

Mateo 28:18-20: El Hijo comparte el nombre de Dios

 

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas la naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

 

En este texto Cristo no habla como un simple embajador de Dios, sino que habla como Dios ordenando a los siervos de Dios qué hacer. Dicha potestad fue predicha en Daniel 7:13,14. En Mateo 28, la autoridad de Jesús es total y sin restricciones; ¡incluyendo el cielo! ¿Acaso puede alguien siendo menos que Dios tener toda potestad en el cielo? No, jamás. Luego para confortar a sus discípulos, Jesús dijo que él estaría con ellos hasta el fin, lo cual es maravillosmente consistente con el hecho de que Jesús es llamado Emmanuel, “Dios con nosotros”.

 

Cristo no mencionó que el bautismo sería en los nombres (plural) de cada Persona, sino en un nombre (singular) común a los tres. No es en el nombre del Padre y en el nombre del Hijo. El bautismo es en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Usualmente hasta los falsos maestros llegarán a admitir que el Padre posee el nombre Yavé (ó Jehová). En Mateo 28, vemos que el nombre de Dios pertenece también al Hijo y al Espíritu. Ningún ser creado comparte ese nombre. Jesús nunca tomó el nombre del SEÑOR en vano. Lo único que Él hizo fue afirmar su propio nombre al momento de enseñar que le pertenecía. Jesucristo es el Señor Dios, de manera que el glorioso y asombroso nombre (Deuteronomio 28:58) le pertenece tanto como al Padre. “El SEÑOR será rey sobre toda la tierra.En aquel día el SEÑOR será uno, y uno su nombre” (Zacarías 14:9).

 

Juan 5:19-23: El Hijo hace todo lo que Dios hace

 

“ … De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayors obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dió al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”.[11]  

 

 

Este párrafo quizá sea la afirmación más detallada que se tiene sobre la deidad de Jesús. Él había sido criticado por haber sanado en el día de reposo (Juan 5:16). En esta ocasión, en lugar de defender su milagro del día de reposo como un acto de misericordia para los necesitados, proclamó que solamente actuaba de la misma forma que su Padre. Aclaró que era perfectamente adecuado para Él hacerlo, Y agregó que sus actividades divinas incluyen todo aquello que el Padre hace. El Padre ha autorizado todo esto (ver Mateo 11:27) y lo ha puesto por delante de una manera tan prominente que cualquier honor dirigido a Dios debe estar dirigido a Él también (v.23).

 

Jesús nunca es independiente del Padre (v.19). El padre no retiene nada del Hijo (vv.19,20). Todos los secretos de Dios pertenecen a Cristo (ver Deuteronomio 29:29). Cualquier derecho ó apotestad que pertenece a Dios, pertenece a Cristo. Esto incluye levantar a los muertos (vv.21; 24-29), escoger quien recibiría la vida (v.21), y juzgar el mundo (vv.22 y 30). (Ver también Apocalipsis 6:15-17). El propósito de todo esto es que aquello que es impensable para Dios, es decir, ver a Jesucristo como algo menos que el Señor Dios, sería impensable para nosotros. Es nuestro deber siempre honrar a Cristo en la misma forma que honramos a Dios Padre. No podemos honrar al Padre si nos negamos a reconocer la posición verdadera de su Hijo.

 

Juan 10:27-38: el Hijo es uno con el Padre

 

“y yo les doy la vida eternal; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios."   (Juan 10:28-33)

 

Aquellos que niegan la doctrina de la Trinidad, pero pretenden coincidir con la Biblia, afirman que la unidad entre Jesús y el Padre es meramente una unidad de propósito (ver objeción 6, abajo). Ellos niegan que Cristo afirmó igualdad personal con Dios. En Juan 10, Jesús se refirió al poder preservador tanto del Padre como suyo con la frase mi mano/su mano. De este modo Él afirmó una posesión mutual del poder de Dios. Ambos hacían aquello que sólo Dios el Salvador puede hacer – salvar y preservar para la eternidad. Puesto que Cristo participa de la omnipotencia de Dios, Él es de la esencia de Dios. El trabajo de Padre e Hijo se coordina ya que los dos guardianes son uno sólo. Esto es similar a lo que Jesús dijo, “Confiad en Dios; confiad también en Mí”, en Juan 14:1. Tal lenguaje sería terriblemente arrogante a menos que ambos fueran igualmente merecedores de nuestra confianza. Sólo Dios tiene el poder de Dios. Puesto que las manos de Jesús, al igual que las del Padre, hacen lo mismo, Él también es el Señor Dios. La habilidad de preservar a su rebaño es el inmenso poder de ambas personas.

 

En Juan 5:18 la afirmación de Jesús como Hijo era vista por sus oponentes como una afirmación que implicaba igualdad con Dios. Esto demuestra que ellos entendieron lo que Él les decía. Esta misma reacción ocurrió en Juan 8:58,59, y de nuevo en Juan 10. Jesús no los corrigió, como si ellos le hubieran malentendido. Él no modificó ni debilitó Su noble afirmación acerca del rol de Dios en Juan 5, ó acerca del nombre de Dios en Juan 8. En Juan 10:34-38, Jesús añadió que Él era el Hijo único, (El propio Hijo del Padre) enviado del cielo, y haciendo lo que su Padre hace. En lugar de modificar sus palabras, Jesús prosiguió a reafirmar esta unidad como una en la cual el Padre es en Él y Él en el Padre. Puesto que Jesús era y es Dios, en el momento que la gente percibió una afirmación de deidad de su parte, Él no se retractó de dicha afirmación ni reaccionó como los apóstoles lo hicieron en Hechos 14:14-18, ó como el ángel en Apocalipsis 19:10.

 

Juan 14:8,9:  Ver a Cristo es ver al Padre

 

Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? (Juan 14:8, 9)

 

Cuando Jesús mencionó que verle a Él era ver al Padre, no estaba diciendo que Él era el Padre. El decía, sin embargo, que todo aquello que el Padre es, Él lo es. No hay nada más de Dios que pueda ser visto en el Padre que se encuentre en Cristo, ya que todo aquello que Dios es, Cristo lo es (Colosenses 2:9). (Ver abajo, “Él es la imagen de Dios”).

 

Las frases Yo soy de Jesús      Muchos cristianos han reconocido que Jesús empleó el nombre de Jehová para Sí mismo por su forma de decir “Yo soy”. (Ver arriba “Textos del Nuevo Testamento que aplican ‘Jehová’ a Jesús ” junto con el pie de página corespondiente). En griego, como en español, es posible decir “Yo soy” usando una sola palabra (eimi) sin usar el pronombre. El nombre “YO SOY” son dos palabras (ego eimi) con el pronombre añadido. "Dios dijo a Moisés, "YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: `YO SOY me envió a vosotros' " (Éxodo 3:14). En griego, la frase subrayada YO SOY constituye dos palabras. En Isaías 41:4 y 45:18 el SEÑOR se refiere a Sí mismo como YO SOY. No existe ningún registro en las Escrituras de Jesús diciendo “Yo soy Dios”. Si lo hubiera, no sería tan contundente como su confesión del nombre divino al decir, ¡“Yo Soy”!

 

Jesús usó Yo Soy (con ambas palabras griegas) para referirse a sí mismo en numerosas ocasiones. El momento más sobresaliente ha sido: “De cierto, de cierto os digo:Antes que Abraham fuese, yo soy!” Tomaron entonces piedras para arrojárselas…” (Juan 8:58,59). Esta fue una afirmación de pre-existencia. Coincide perfectamente con su repetida afirmación de que Él había descendido del cielo (Juan 6:33,38,50,51,58). Juan 8:58 es es la palabra más clara de Jesús en el sentido de que  todo lo que el SEÑOR del AT es se aplica por completo a Él. Sus contemporáneos supieron instantáneamente que Él había tomado el nombre del Señor como propio. El decía que Él era el SEÑOR Dios de Abraham y el Mesías que Abraham esparaba. Es por eso que aquellos incrédulos deseaban apedrearlo por blasfemia.

 

Esto debe influir nuestra lectura de otras frases Yo Soy en el Evangelio de Juan: 6:35; 8:12; 10:7; 10:11; 11:25; 14:6; 15:1. ¡Pero no nos detengamos ahí! ya que Él también quería decir Yo soy algo. Estas frases Yo Soy merecen seria atención. ¿Cómo puede alguien ser el pan de vida; el buen pastor; la resurrección y la vida; el camino, la verdad y la vida; y la vid verdadera a través de quien la vida fluye – cómo es que alguien pueda ser tales cosas sin ser el dador y sustentador último de la vida? En otras palabras, ¿cómo es que Jesús pudiera ser tales cosas sin ser Dios mismo? El ha dado esto a conocer acerca de sí mismo combinando el nombre “Yo Soy” con las habilidades que sólo Dios posee.

 

Términos tales como Yo soy el pan de vida son muy conocidos. En algunas traducciones las contundentes afirmaciones YO SOY de Jesús están acompañadas de palabras que oscurecen más que revelar lo que Él estaba diciendo. Observe los siguientes dos ejemplos:

 

#1   Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. (Juan 8:23,24; ver también 8:28)

 

#2   Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a  mi; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. (Juan 13:19,20) [12]

 

En el ejemplo 1, el idioma original dice, “… si no creen que Yo soy” sin agregar otras palabras a la cláusula.  Ciertas traducciones añaden otras palabras “El que Yo afirmo ser”.  De manera similar el ejemplo 2 dice en griego, “…vosotros creeréis que Yo soy” sin añadir “Él”. Estas traducciones intentan ayudar en el significado y hacer que el idioma fluya con mayor facilidad, pero en mi opinión agregar palabras ocasiona que el mensaje pierda claridad. El griego no dice “vosotros creeréis que Yo soy Él”; sólo dice, “… vosotros creeréis que Yo soy”. Esta frase brusca llama la atención al uso audaz que Cristo hace del nombre de Dios para Sí mismo. En el ejemplo 1, el contexto se refiere a que Cristo proviene de arriba. Lo cual hace perfecto sentido cuando Jesús dice “Yo soy”. En el ejemplo 2, las palabras de Jesús son un paralelo de las palabras que Él había dicho algunos siglos antes a través del profeta Isaías, “… antes que sucediera te lo advertí [estas cosas] para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo” (Isaías 48:5). El Apóstol Juan comenzó su Evangelio haciendo referencia a la deidad de Cristo y llegó a la misma conclusión cerca del final en Juan 20:28. Asimismo comenzó y terminó su prólogo en la misma forma (1:1 y 1:18). Mi pensar es que Juan pretendía sostener el énfasis de que Jesús es Dios por medio de las frases Yo Soy en su Evangelio.

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Hasta este punto en este folleto, he buscado indagar temas bíblicos específicos. Ahora me daré a la tarea de cubrir otros temas relevantes pero en menor detalle. Por ejemplo, haré menos referencia a los milagros de Jesús, debido a que he deseado permanecer más en las palabras que afirman que Él es el Señor Dios en lugar de las obras poderosas que muestran que lo es. Sus obras también significan su deidad. Después de que el Señor Jesús subiera al cielo y que sus apóstoles leyeran “Tú tienes dominio sobre la braveza del mar” en el Salmo 89:9, debieron haber recordado nuevamente la noche cuando Jesús calmó las aguas (Matthew 14:22-33). Cuando eso sucedió estaban convencidos de que Él era “el Hijo de Dios”; más adelante al leer sus Biblias, más y más conexiones con Cristo serían aparentes. Todo aquello que nos muestra quien es Jesús, es importante. Mucho de lo que sería útil ni siquiera es mencionado en este breve folleto. Tenemos una Biblia entera de la cual aprender. He escrito más acerca del Ángel de Señor y del énfasis Mesiánico en Jesús como Pastor, porque considero que estos pasajes del AT no les son muy familiares a muchos cristianos. El soporte de la deidad de Cristo no depende de unos pocos versículos. Muchas partes de las Escrituras muestran quien es Él, por lo que voy a continuar con los siguientes pasajes analizándolos “de distintas perspectivas”.

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G.       De distintas perspectivas

 

Habló con autoridad divina cuando dijo, “Yo digo”      Cuando Jesús enseñaba, no decía nunca (¡ni siquiera una vez!) “Así dice el Señor…” porque Él era el Señor y hablaba de cosas que eran suyas. Los profetas de Dios nunca dijeron, “Mas yo os digo…” en la forma que Cristo lo hizo (Lucas 6:46). Observe las numerosas afirmaciones “yo os digo” en Mateo 5. Cuando Jesús habló, era como el dador de la ley, no como un simple maestro de la ley. Cada vez que el profeta Isaías escribió la frase “oídme”, era el SEÑOR quien hablaba. Incluso, en Isaías 48:16 y 49:1, es Cristo quien habla. Más adelante en su ministerio terrenal, Él habló de la misma forma al llamar la atención hacia sí mismo como Señor. (Note la autoridad en su forma de hablar en Mateo 7:29).

 

Es la Gloria de Dios      Dios no da a otros la Gloria que sólo a Él le corresponde (Isaías 42:8 y 48:11). Sin embargo Jesús afirmó que la Gloria de Dios era suya también (Juan 17:3). Debido a que el Verbo se hizo carne (Juan 1:14), la humanidad pudo ver al Señor del cielo y de la tierra. Juan dice que Jesús “habitó” entre nosotros. El apóstol deseaba mostrar este paralelo: En los días de Moisés construyeron el tabernáculo, y la gloria del Señor lo llenaba (Éxodo 40:34-38). Cuando Jesús vino, aquellos que lo vieron vieron la gloria de Dios de nuevo sobre la tierra, porque Jesús era el unigénito lleno de gracia y verdad. Todos le verán cuando vuelva de nuevo a juzgar al mundo; en ese momento se sentará en su trono en gloria celestial (Mateo 25:31). Cristo como Dios posee la gloria de Dios.

 

Su sentido de aquello que era suyo      En Juan 2:16, Jesús afirmó que el templo era la casa de su Padre. En Mateo 21:13 cuando citó a Isaías 56:7 diciendo “Mi casa”, parecía hablar del templo como suyo (Efesios 2:19-22 respalda esta interpretación). Definitivamente llamó el reino de Dios“Mi reino” (Lucas 22:30; Juan 18:36), y las palabras de Dios, “Mis palabras” (Mateo 24:35). Habló de la iglesia de Dios (Hechos 20:28) como ¡“Mi iglesia” (Mateo 16:18)! Cuando algo pertenece a Dios – ya sea posición, posesión, prerrogativa ó pueblo – le pertenece a Cristo.

 

Perdonó pecados      En algunas ocasiones fueron incrédulos quienes señalaban la significación de lo que Jesús decía. Estaban en lo cierto en el sentido de que sólo Dios puede perdonar pecados. El perdón fue anunciado por el Señor en Marcos 2:1-12 (ver también Mateo 9 y Lucas 5). Jesús entonces procedió a actuar “…para que sepas que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate,toma tu cama, y vete a tu casa”.

 

Nosotros podemos perdonar pecados en contra nuestra, pero sólo Dios puede perdonar pecados contra Él. Al perdonar pecados, Jesús ejerció un derecho y reclamó un rol que pertenece sólo a Dios. Tanto la venganza (Romanos 12:19) como el perdón pertenecen a Dios, sin embargo ambos son ejercidos por Cristo: la venganza en 2 Tesalonicenses 1:5-10, y el perdón en Marcos 2:7-12. Puesto que Cristo tiene la prerrogativa de Dios, Él debe ser Dios. Hasta aquí el punto hecho por el Señor tiene varios ejemplos: si Él hacía lo que su Padre hacía; entonces aquellos que observaban sus obras debían reconocerlo como ¡el Hijo de Dios! (Juan 10:36-38).  

 

Aceptó ser adorado       Jesús aceptó la adoración de los hombres (Juan 9:35-38; Mateo 14:33; 28:9, 17; Lucas 24:52). En Hebreos 1:6, cuando Dios ordenó a los ángeles adorar al Hijo, no estaba ordenándoles algo incorrecto. Ningún hombre o ángel ha roto jamás ningún mandamiento por adorar a Cristo. Apocalipsis da cuenta de Cristo recibiendo adoración, y de un ángel rechazándola (5:11-14; 19:10; y 22:8, 9).

 

Sus obras poderosas, señales, maravillas y resurrección      Los milagros de Jesús fueron tantos que Juan señaló que él había registrado tan sólo unos cuantos (Juan 21:25). Un milagro impresionante podría ser de beneficio para un individuo en privado, sin embargo a menudo eran tan públicos que “mucha gente” venía para ser sanada (Mateo 15:30). “Jesús fue por todos los pueblos y ciudades” y – a diferencia de los llamados sanadores de hoy en día que no reproducen sus señales y maravillas (Hechos 3:12; 14:8-18) – sanó “toda enfermedad y toda dolencia” (Mateo 9:35). Ordenó a los vientos y olas obedecerlo; multiplicó los alimentos; autorizó a sus discípulos a levantar a los muertos. Leyó las mentes; dijo dónde se encontraría el pez. El estudio de las grandes y variadas obras del Señor que comprende diversos tipos requiere de un vasto estudio.  El buen ministerio cristiano pondrá su atención en ello.  

 

El Señor explicó, “Los milagros que yo hago en nombre de mi Padre hablan por mí”, Juan 10:25. “… aunque no me creáis a mí, creed las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre" (Juan 10:38). A sus creyentes discípulos dijo aún, “Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14:11).

 

Los milagros revelaron su gloria (Juan 2:11). Respaldaron su mensaje; su poder y carácter identificaron a Jesús cono el enviado de Dios (Hechos 10:34-43). El mensaje de Dios incluyó todo aquello que Cristo dijo de sí mismo. Ninguno que obró en el poder del Espíritu Santo hizo jamás alguna falsa afirmación acerca de sí mismo.  De todos los milagros que se llevaron a cabo en las Escrituras y las personas por medio de quien sucedieron, sólo el Señor Jesús profesó ser el que había descendido del cielo.   

 

Su resurrección, la señal sobre todas las demás      Cuando Jesús era requerido para hacer señales, jamás hizo ningún milagro sólo para mostrar lo que era capaz de hacer. Cuando su autoridad fue desafiada para purificar el templo en Juan 2:18, dijo que su resurreción sería la respuesta (2:19). En Mateo 12 enfrentó una solicitud similar, y se refirió a su resurrección como la señal última. La resurrección reivindicó a Jesús (Isaías 50:7-9), y todo aquello que había afirmado. En Mateo 12:28 Jesús afirmó que el reino de Dios había llegado en Él. Por medio de un gran poder liberó de demonios a los desvalidos. ¿Cómo podrían aquellos que no estaban convencidos de este despliegue de poder saber que Él era Dios? Los milagros que vieron debieron haberles dado seguridad. Las Escrituras estaban ahí para dirigirlos. El AT prometió sanidades divinas: “… Dios mismo vendrá, y os salvará. Entonceslos ojos de los ciegos serán abiertos…” (Isaías 35:1-6). “Él me ha enviado a sanar …” (Isaías 61:1,2)[13]. En el ministerio de Juan el Bautista, Jesús fue identificado como el Hijo de Dios con palabras (Juan 1:34; 5:33-35). En Mateo 12:15-22 fue identificado como el Salvador por medio de los milagros.

 

No obstante, para algunos en los tiempos de Jesús, esto no era suficiente. El problema no era la falta de claridad sino la dureza de corazón. Jesús no realizaría más señales para ellos. Aseguró que su resurrección el tercer día sería la prueba última. Más tarde Pablo hacía el mismo punto: Cristo “… fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la  resurrección de los muertos” (Romanos 1:4). Cristo fue predicho en las Escrituras con siglos de antelación. Sus obras representaban la derrota del maligno; Su misericordia alivió a los necesitados; su enseñanza confundió a sus oponentes; su vida fue sin pecado; fue anunciado adecuadamente por el gran profeta Juan, y afirmó ser el hijo de Dios. La reivindicación última fue su resurrección al tercer día, tal como Él lo había predicho. En el cuarto día nadie pudo haber invitado a los incrédulos en Jerusalén a ver el cuerpo del hombre que dijo ¡que se levantaría al tercer día! Él fue quien dijo ser. Coincidimos con el apóstol; la resurrección declara que nuestro Señor Jesucristo es el Hijo de Dios.

 

Es la imagen de Dios      Cristo es “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15; 2 Corintios 4:4), el Verbo hecho carne a quien la gente podía ver y tocar (1 Juan 1:1-3). Al ver a Cristo, los hombres podían ver al Padre invisible (Juan 12:45; 14:9). La única forma en que esto sucede es que “en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Colosenses 2:9). Puesto que esto es así, Cristo como la imagen de Dios es la semejanza exacta, la semejanza completa del Padre, no una similitud cercana[14]. “El Hijo es el resplandorde su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3). Conocerlo es conocer al Padre (Juan 14:7), porque el Hijo es aquello que el Padre es. Él también es Señor sobre todo (Efesios 1:20-23). 

 

Es el creador y primicias en toda la creación      La Biblia enseña que Dios es el creador. Cuando Juan 1:3; Colosenses 1:15,16; y Hebreos 1:2 se refieren a Cristo como el creador, no debería haber la menor duda de que también es Dios el Señor.

 

Los tres textos acerca de la creación arriba mencionados son claros. La creación ocurre por ó a través del Hijo. Por lo tanto Jesús tenía un rol activo en la creación entera con su Padre. Esta actividad conjunta tanto del Padre como del Hijo es típica de todo lo que Dios hace. El Padre y el Hijo no saben vivir de otra forma. Una creación hecha por el Hijo en la que ha actuado independiente del Padre ¡sería algo desagradable de su parte! Todo fue hecho por el Padre a través del Hijo. Cristo no era ni podía ser su propio creador. El Padre no creó primero al Hijo, y luego todo lo demás por medio de Él – como dicen algunos falsos maestros. “sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). “todo fue creado por Él y para Él” (Colosenses 1:16). La creación de Dios es la creación de Cristo, no sólo como un logro sino también como algo de su posesión. Él es incluso el propósito de su existencia. La tierra es del SEÑOR (Salmo 24:1), y por lo tanto es de Cristo. De él es toda potestad sobre ella (Mateo 28:18). (Ver objeción 2, abajo, para abundar más sobre Cristo como las primicias).

 

Es salvador      La Biblia aplica a menudo descripciones y títulos de Dios a Cristo. En Isaías, Dios es el salvador, el redentor, el pastor único, la roca, y el refugio/sombra. [15] En algunos versículos, todas estas descripciones de los títulos del SEÑOR son aplicadas a Cristo. Esto no constituyó escritura con descuido sino revelación divina intencional. El SEÑOR estresa en Isaías que sólo Él es Dios, que no hay otro Dios, roca o salvador (44:8; 45:18,21-23). Por lo tanto la doctrina sostenida tanto por testigos de Jehová com mormones de que Jesús es simplemente “un dios” es completamente falsa. En varias ocasiones Jesús es llamado el salvador en el NT (Tito 2:13; 2 Timoteo 1:10; Hechos 5:31 y 13:23 entre otros). Cuando leemos acerca de Jesús como salvador, deberíamos recordar que el SEÑOR insistió en que sólo Él es salvador: “Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve” (Isaías 43:11).

 

Es la roca      “Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿y quién es la roca sino sólo Dios?”  (Salmo 18:31). Veáse también Deuteronomio 32:30,31 y Salmo 78:35, los cuales se refieren a Dios como su roca. Pablo afirmó que la roca que había protegido a Israel ¡era Cristo! (1 Corintios 10:4).

 

Su ataque al reino de Satanás      Jesús echó fuera demonios. Deshizo el reino del rival para poder gobernar como Dios sobre el reino de Dios. Así pues destruyó el reino de Satanás (Mateo 12:25-29; 1 Juan 3:8). Lucas 11:20 nos dice que lo hizo por el dedo de Dios.

 

 

Cómo el apóstol Pablo habló de Dios y de Cristo      David Wells muestra que Pablo habla repetidamente de Dios y de Cristo en la misma forma[16].  (Coteje las referencias bíblicas cuidadosamente).

 

… Si Yavé es nuestro santificador (Éxodo 31:13), omnipresente (Salmo 139:7-10), nuestra paz (Jueces 6:24), nuestra justicia (Jeremías 23:6), nuestra victoria (Éxodo 17:8-16), y nuestro sanador (Éxodo 15:26), entonces también Cristo lo es (1 Corintios 1:30; Colosenses 1:27; Efesios 2:14).

 

·   Si el evangelio es de Dios (1 Tesalonicenses 2:2,6-9; Gálatas 3:8), entonces ese mismo evangelio es de Cristo (1Tesalonicenses 3:2;  Gálatas 1:7).

·   Si la iglesia es de Dios (Gálatas 1:13; 1 Corintios 15:9), entonces esa misma iglesia es también de Cristo (Romanos 16:16).   

·   El reino de Dios (1 Tesalonicenses 2:12) es de Cristo (Efesios 5:5);

·   El amor de Dios (Efesios 1:3-5) es de Cristo (Romanos 8:35);

·   La palabra de Dios (Colosenses 1:25; 1 Tesalonicenses 2:13) es de Cristo (1 Tesalonicenses 1:8; 4:15);

·   El Espíritu de Dios (1 Tesalonicenses 4:8) es de Cristo (Filipenses 1:19);

·   La paz de Dios (Gálatas 5:22; Filipenses 4:9) es de Cristo (Colosenses 3:15; compárese con Colosenses 1:2; Filipenses 1:2; 4:7);

·   El día del juicio de Dios (Isaías 13:6) es el día del juicio de Cristo (Filipenses 1:6,10; 2:16; 1 Corintios 1:8);

·   La gracia de Dios (Efesios 2:8,9; Colosenses 1:6; Gálatas 1:15) es la gracia de Cristo (1 Tesalonicenses 5:28; Gálatas 1:6; 6:18).

·   La salvación de Dios (Colosenses 1:13) es la salvación de Cristo (1 Tesalonicenses 1:10); y

·   La voluntad de Dios (Efesios 1:11; 1 Tesalonicenses 4:3; Gálatas 1:4) es la voluntad de Cristo (Efesios 5:17; compárese con 1 Tesalonicenses 5:18).

·   De manera que no es sorprendente escuchar a Pablo decir que él es tanto esclavo de Dios (Romanos 1:9) como de Cristo (Romanos 1:1; Gálatas 1:10);

·   Que él vive para esa Gloria que pertenece tanto a Dios (Romanos 5:2; Gálatas 1:24) como a Cristo (2 Corintios 8:19,23; compárese con 2 Corintios 4:6),

·   Que su fe está puesta tanto en Dios (1 Tesalonicenses 1:8,9; Romanos 4:1-5) como en Cristo Jesús (Gálatas 3:22), y

·   Que conocer a Dios, lo cual es la salvación (Gálatas 4:8; 1 Tesalonicenses 4:5), es conocer a Cristo (2 Corintios 4:6).   

 

El primer capítulo de la Epístola a los Hebreos      Al principio de esta epístola era esencial hacer una diferenciación entre Cristo y los ángeles. De tal manera que al hablar de Él como su Hijo, una manera en la que Dios nunca se refirió a los ángeles, el autor de Hebreos afirmó vigorosamente que el Hijo es Dios el Señor a quien los ángeles deben de adorar (v.6).

 

El Hijo de Dios es la revelación última del Padre (vv.1,2), el heredero de todo (v.2), aquel por quien hizo el universo (v.2), el resplandor de la Gloria de Dios, y la imagen misma de Dios (v.3). Con su poder Él sostiene todas las cosas (v.3) y ha purgado nuestros pecados (v.3). El Padre se refirió al Hijo como Dios y Señor (vv.8,10). La declaración de Dios ¡no puede estar equivocada! Como Dios, el Hijo gobierna desde un trono eterno (v.8). Como el SEÑOR del Salmo 102, el Hijo creó los cielos y la tierra. Permanece sin nunca decaer o cambiar a pesar de que la creación misma se desmorona con el tiempo (vv.10-12; obsérvese Hebreos 13:8 y Malaquías 3:6). Recompensado por haber concluido su ministerio en la tierra, Jesús ha sido puesto a la diestra del Padre (vv.3,13). El Señor Dios, cuya estricta regla es la de nunca compartir su gloria con ningún competidor (Isaías 48:11), asignó al Hijo su trono eterno. Hebreos 1 debe ser revisado cuidadosamente debido a la riqueza de su presentación de la deidad de Cristo.

 

Cristo en el Apocalipsis: La revelación deJesucristo      El libro de Apocalipsis es el gran regalo de Dios para mostrarnos más acerca de Cristo sosteniendo el futuro en sus manos. El Espítitu Santo concluyó las Escrituras al incluir esta revelación final acerca de Cristo. La gloriosa figura en la primera visión es Cristo. En el Apocalipsis, es llamado “el cordero” más que de otras maneras. Aunque Él es el cordero que fue sacrificado en el pasado (5:9), Apocalipsis se enfoca en el cordero como el muy exaltado Señor. La cruz como evento yace detrás de Él; Jesús ha ascendido y ha sido glorificado. Este estado de glorificación es la perspective del libro entero. El cordero de Dios que murió sólo una vez es el Señor que gobierna para siempre.

 

El Apocalipsis muestra con gran detalle lo que Jesús quiso decir cuando partió de la tierra informando a sus discípulos que toda potestad le ha sido dada  tanto en el cielo como en la tierra. En el  Apocalipsis vemos que Cristo ejerce potestad repetidamente en el cielo como el soberano de los reyes de la tierra (1:5). Hago una exhortación a mis lectores de tomarse el tiempo para leer el Apocalipsis buscando simplemente aquello que dice acerca de Cristo.

 

El Señor Dios es el Alfa (Alfa es la primera letra en el alfabeto griego) y Omega (la última letra) (1:8), tal como el SEÑOR lo mencionó en Isaías 44:6. Jesús afirmó ser el primero y el último en 1:17,18 y 2:8. Lo repitió en 22:12,13 para hablar nuevamente de sí mismo como Alfa y Omega. Tales palabras son una forma clara de decir que Él es el Señor Dios. El Alfa y el Omega no pueden ser nadie más. Al juntar estos textos y ser leídos en esta forma, ninguna otra explicación tiene sentido. Jesucristo is Dios el Señor.  

 

Adoración es dada a Cristo (7:10; 5:13); Él comparte el trono de Dios, llamado el trono de Dios y del cordero! Por lo tanto es suyo también (22:1). El reino del mundo se ha convertido en el reino de nuestro Señor y de su Cristo (11:15).

 

H.       Seis objeciones acerca de la deidad de Cristo  

(Precaución: ¡Las seis objeciones están redactadas en la forma que hablarían los que objetan la verdad!)

 

Objeción 1:  “¡Jesús negó ser Dios!”

 

Muchos han debatido con base en Marcos 10:17,18 que el Señor Jesús no es Dios: ¿Porqué me llamáis bueno?...Nadie es bueno sino sólo Dios”. ¿Acaso Jesú estaba afirmando de esa forma que Él no era Dios? Algunos incluso han sugerido que Jesús estaba admitiendo ¡ser pecador! (en realidad no fue así; ver Juan 8:46). Fíjese en el contexto: el jóven y rico soberano quería saber lo que tenía que hacer para obtener la vida eterna.  Estaba buscando conforme a lo que Dios requiere. Su pregunta no fue acerca del carácter ó la posición de Jesús sino acerca de la forma de vida necesaria para lograr ese objetivo. El Señor dirigió su atención a los mandamientos de Dios como la declaración oficial de los requisitos de Dios para una vida humana de santidad. Asimismo, el Señor confrontó el uso descuidado de la palabra bueno por un hombre que no tenía la menor idea de quien Él era. 

 

La gramática griega muestra que Jesús no estaba haciendo un contraste entre Dios y Él mismo. El contraste era entre Dios y todos los demás, especialmente entre el estándar de vida de Dios y las opiniones de los demás. Para mostrar aquello que Dios requiere de todos los hombres que están esperando complacerlo, Jesús citó la ley de Dios. Esa es la parte a contemplar. Observe como Mateo 19:17 reportó esta misma conversación: “¿Porqué me llamas bueno?”  Por lo tanto, es posible entender la respuesta de Jesús de esta forma: “Porqué me estás siquiera preguntando acerca de lo que es bueno? ¿Qué no sabes que Dios ha definido ya el estándar de lo que requiere en sus santos mandamientos? No deberías estar buscando en otra parte”. El hecho de que Jesús preguntara al jóven rico porqué hablaba como lo hacía no implicaba una negación ni de su deidad ni de su bondad. El contraste era entre la obediencia dictada por Dios y cualquier otra alternativa propuesta por quien fuera. 

 

 

 

¡¡Guardar los mandamientos de Dios para obtener la vida eterna!!   Pudiera parecer que tanto la vida eterna como el cielo se obtienen mediante nuestra obediencia a Dios. Si ese fuera el caso, habría sólo un Hombre en el cielo que calificaría, ¡Jesús!  Nosotros no poseemos una justicia aceptable (Romanos 3:10). En Marcos 10:17,18 el Señor habló sobre el estrecho tema de que la vida eterna está basada en cumplir los mandamientos de Dios. Él nunca dijo que nosotros estamos capacitados para hacerlo o que jamás alguien lo haya hecho. El publicano en Lucas 18:9-14 no fue justificado por ninguna buena obra. El fariseo que confió en sí mismo ¡no fué justificado!

 

Sin embargo la obediencia es requerida y necesaria para la vida eterna. Aquí es dónde el evangelio es simple y maravilloso. Él vino a cumplir la ley (Mateo 5: 17). Así como Jesús murió por nuestros pecados, también obedeció como nuestro representante de manera que su obediencia pudiera ser nuestra. (A menudo se dice que su justicia es imputada a nosotros).  Él ha tomado la culpa de nuestro pecado y nosotros hemos sido acreditados con su justicia (2 Corintios 5:21).

 

La ley ofrece el estándar de Dios, y nos convence de pecado y del fracaso de poder obedecer (Romanos 3:19,20). Al negar nuestra justicia (lo cual requiere honestidad), no queda más que Cristo como nuestra esperanza de vida eterna. No es malo tener a Cristo como nuestra única esperanza. Su obediencia ha sido aceptada por Dios para el creyente (Romanos 4:25). Ha sido otorgada como un regalo (Romanos 5:17; Filipenses 3:9). Por lo tanto, mediante la obediencia de Cristo, no la nuestra, obtenemos la recompensa de la vida eterna (Romanos 6:23). Es la recompensa de Dios por el cumplimiento de la ley de Jesús, no el nuestro. Él es nuestra justicia (1 Corintios 1:30), la única justicia que poseemos y que satisface las demandas de la ley de Dios, y toda la justicia que necesitamos.

 

 

Objeción 2:  “Jesús es llamado el primogénito en Colosenses 1:15. Eso significa que fue creado primero; por lo tanto ¡no puede ser el Dios eterno!”

 

Cuando la Biblia emplea palabras tales como Padre ó Hijo, no quiere decir que ¡el Padre es mayor que el Hijo! La Biblia emplea otros términos para describir a Dios: rey, soberano, juez, hermano, agricultor, pastor, y guerrero. Hablar de Dios como rey no significa que Él es rey en la misma forma que otros lo son.  Dios es transcendente; no es como un hombre. Estos títulos son analogías, de la misma forma que primogénito, es un título de autoridad y privilegio.

 

El primogénito es el hijo superior. En muchas culturas el hijo mayor es “número 1” con privilegios y responsabilidades adicionales. En el AT el primogénito recibía una doble herencia. Si el primer hijo en una familia era una niña, y un niño era nacido después, la posición de primogénito era transferida al varón, aún cuando venía en segundo lugar ó después.  Primogénito es una palabra de autoridad, no necesariamente el orden en que los hijos nacieron.

 

En el caso de Jacob y sus doce hijos, Rubén fue el primer hijo que nació a Jacob (Génesis 29:32; 35:23). Después Rubén perdió su primogenitura debido a una deshonra (Génesis 35:22), así que, a pesar de ser más joven que Rubén, a José le fue dado el derecho de nacimiento. Él en lugar de Rubén se convirtió en el padre de las dos tribus de Israel (ver 1 Chronicles 5:1-3). El primogénito en Salmo 89:27 es simplemente el más grande de todos los reyes, no el primero en aparecer.

 

Debemos entender la palabra “primogénito” en la forma que la Biblia la usa. El Señor Jesús no fue la primer cosa creada; Él estaba ahí en el principio como co-creador (Juan 1:1-3). Colosenses 1:15-18, al usar la frase primogénito sobre toda la creación para Cristo, enfatiza su posición preeminente como Dios el creador.   

 

Objeción 3:  “Las limitaciones humanas muestran que ¡Jesús no es Dios!”

 

En ocasiones Jesús estaba cansado, sediento, y obviamente creció en conocimiento. ¿Acaso eso lo hace menos que el todopoderoso y omnisciente Señor Dios? No. Jesú dijo en Mateo 11:27 que Él poseía el mismo conocimiento que el Padre. Estas limitaciones humanas (las cuales son muchas) eran parte de su humanidad. Si Jesús sabía todo como hombre, ¡no era un hombre después de todo! Sin evidencia acerca de las limitaciones humanas ¡sería increíble que Jesús fuera realmente un hombre! Como Dios Él no se agotaba, pero como hombre sí. Sólo su cuerpo humano y mente humana se agotaban, no así su naturaleza divina. Jesús era una persona, no dos personas en un cuerpo. Como una persona Jesús podía agotarse en debilidad, mientras que al mismo tiempo controlaba el universo con fortaleza infinita. Aunque Él es el Hijo, podía todavía decir de sí mismo, como la persona que era, “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aún los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32). Teniendo dos naturalezas pero dos auto-consciencias, Jesús podía hablar de sí mismo como el Hijo de Dios que siempre ha sido. En Marcos 13, Cristo no quiso decir que como Dios Él no lo sabía, sino que como el Hijo que era hombre Él no lo sabía. Es difícil comprender que  Jesús realmente tenía dos naturalezas, y que las dos eran reales. Negar la deidad de Jesús por su humanidad es un viejo truco del enemigo. Debemos esperar toparnos con ello muchas veces.

 

Objeción 4:  “Jesús afirmó que su Padre es mayor, y Él obedece al Padre, por lo tanto ¡debe ser una persona inferior!”

 

“Mi Padre …es mayor que todos…” (Juan 10:29). Cuando el señor dijo esto, estaba haciendo un contraste entre el poder supremo del Padre y todos sus enemigos, cualquiera que intentara arrebatar las ovejas de Dios.  Jesús no estaba haciendo un contraste entre la habilidad del Padre y la suya propia, porque en el vv.28 y 29 Jesús acababa de afirmar que su poder y el del Padre tienen el mismo efecto.  Sus ovejas no serían arrebatadas.  

 

En Juan 14:28 cuando el Señor dijo, “el Padre es mayor que yo,” no estaba diciendo que el Padre es mayor en esencia. Cristo como el Señor de gloria (1 Corintios 2:8) no puede ser inferior al Padre. Debemos poner atención al contexto en Juan 14:28, 29. Los discípulos debieron haberse alegrado de que Jesús estaba a punto de regresar al Padre. Su humillación estaba por terminar. Jesús estaba hablando en Juan 14 justo antes de su crucifixión. Muy pronto regresaría a la gloria que alguna vez tuvo en la presencia del Padre (Juan 17:5). El había “bajado” cuando descendió a las regiones terrenales profundas (Efesios 4:9). Mientras Jesús se encontraba en este estado, el Padre fue mayor, pero pronto, cuando Jesús ascendió compartirían el trono de nuevo (Apocalipsis 22:1). Nunca otra vez ningún pecador se burlaría de Él ó le escupriría en la cara. Su humillación terminaría y su grandeza sería como la del Padre.

 

En 1 Corintios 15:28, “El Hijo se sujetará al que le sujetó [el Padre]”.  El Padre envió a Cristo, y Él le obedeció. Tal obediencia es la norma eterna que el Hijo siempre tuvo por la voluntad del Padre (Juan 8:29). Su misión fue traernos al Padre (1 Pedro 3:18) de quien estábamos alejados por el pecado. Luego como hijos reconciliados, lo llamaríamos “Padre Nuestro” en verdad (Mateo 6:9). Cristo entregará el reino redimido en manos del Padre cuando su misión haya sido completada. Entonces el Hijo, como el Hijo lleno de adoración que siempre ha sido, será sujetado al Padre quien ha puesto todo bajo sus pies. El respeto inmutable de Cristo por el Padre jamás disminuye. La insistencia indomable del Padre de que todos honren al Hijo como lo hacen con el Padre (Juan 5:23) es eterna. Esto es evidente en que todo será puesto bajo los pies de Cristo, de manera que el Padre a quien Cristo adora será todo y por todo. No será de otra forma para Jesús. En nuestros días muchos asumen que sumisión significa una expresión degradante de inferioridad. Aquellos que sufren de tal error no conocen la belleza ni la santidad de la igualdad, unidad y amor de que gozan tanto el Padre como el Hijo. 

 

Objeción 5:  “Filipenses 2:5-11 enseña que Jesús se despojó a sí mismo de su deidad, ó al menos ¡rechazó hacer cualquier declaración de que era Dios!”

 

Por un lado, la tentación de Adán fue de llegar a ser como Dios (Génesis 3:5). Sucumbió ante esta tentación y así quiso alcanzar algo que no le pertenecía.  Por el otro, Jesús, a pesar de ser Dios, hizo lo opuesto. Cuando Jesús fue tentado por Satanás en el desierto para usar su poder divino y usarlo para sí mismo, no convirtió las piedras en pan (Mateo 4:3,4). La tentación fue así: “Puesto que eres Dios, puedes hacerlo para ti mismo”. No lo hizo. El Señor estaba en una misión para salvarnos por medio de su sacrificio.  No estaba aquí para usar su poder para prepararse un almuerzo. No afirmaría su derecho a aquello que era suyo (Juan 8:50).

 

Lo más importante que Pablo enseñaba fue cómo el Señor es un modelo no egoísta de comportamiento. El apóstol deseaba la mente del Cristo no egoísta para ser el modelo de las decisiones de los cristianos que buscan los intereses de los demás (Filipenses 2:1-4). El hecho increíble es que esta persona no egoísta era Dios mismo, porque estar “en la forma de Dios” es estar en la categoría de Dios. ¡Sólo Dios puede estar en la forma de Dios! Por lo tanto, Filipenses 2 significa que Jesús era genuinamente Dios. Presentando la actitud de Cristo, Pablo usó el ejemplo último de humildad para mostrar a sus lectores la forma en que debían tratarse los unos a los otros. Jesús hizo aquello que no estaba obligado a hacer por los pecadores. Se despojó ó se derramó a sí mismo, en el sentido que derramó su vida (Isaías 53:12) como sacrificio en la cruz[17]. ¡Todo esto fue hecho por nosotros inmerecedores y despreciables rebeldes!

 

Jesús no se despojó a sí mismo de la gloria de Dios. ¡Dios no puede despojarse a sí mismo de su naturaleza! En su carne, Jesús manifestó la gloria de Dios (Juan 1:14); cubrió con un velo su gloria encarnada, pero no se despojó de ella en lo absoluto[18]. Quienes interpreten Filipenses 2 deben recordad Juan 1:14. Él pudo aspirar a un período de sufrimiento para sí mismo, un período de vergüenza, humillación y hasta crucifixión con el propósito de traer la vida eterna a aquellos a quien se había determinado salvar. Lo que tomó fue la cruz, rechazando el alivio para sí mismo (Mateo 26:52-54). Por tal obediencia Dios ha asegurado que Jesús recibirá de la mano de su Padre la recompensa más apropiada, la adoración y el reconocimiento de toda la creación. Ante toda la vida inteligente Jesús será declarado el dueño legítimo del nombre el cual es por encima de todos los nombres. Él también es Yavé, ó Jehová, ó el SEÑOR Dios de Isaías 45:22, 23.

 

Una gran ayuda para entender Filipenses 2:5-11 es enfocarse en el consejo de “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (v.3). A pesar de ser Dios, Jesús aceptó la humillación por su pueblo. Pablo no estaba escribiendo aquí para explicar la encarnación, ni estaba enseñando que Jesús cedió ó rechazó su gloria como el Señor Dios. (Obsérvese Mateo 17:2). En lugar de eso, el apóstol estaba mostrando la humildad de Jesús a través de ser un siervo. Aunque el Señor es ” el Alto y Sublime,” Él habita  “con el quebrantado y humilde de espíritu,” (Isaías 57:15). Pablo escribió que nosotros que estamos tan lejos del Señor deberíamos tener la misma humildad mental desplegada en la obediencia humana de Cristo.  

 

Objeción 6:  “Jesús afirmó ser uno con Dios, pero otros humanos también son uno con Dios, por lo tanto su unidad con Dios ¡no prueba que Él es el Señor Dios!”

 

Gran parte de mi respuesta se encuentra arriba en Juan 10:27-38: “El Hijo es uno con el Padre”. Los creyentes en Jesús están unidos a Cristo por medio del Espíritu Santo. Antes de que creyeramos, eramos sus enemigos. “Siendo aún pecadores” (Romanos 5:6-11) no poseíamos una unión viva con el Señor. Por la gracia de Dios Cristo representó a aquellos que salvaría. Nosotros estábamos en Él porque Dios nos escogió en Él antes de que el mundo fuera (Efesios 1:3-12). A menudo Pablo se refiere a la gente salva como “en Cristo”. Esa clase de unión sucede porque Dios ha provisto de un Salvador para representarnos. Nuestro pecado se hizo de Él y todo lo que Él se merece, tal como la vida eterna, se hizo nuestra. Como en un matrimonio, Dios ha conectado a Cristo con nosotros y a los creyentes con Él. Él tomó nuestro lugar y nuestra maldición porque Él estaba unido a nosotros. Nosotros recibimos la bendición que Él merece cuando somos unidos a Él.    

 

En su muerte, Jesús nos sustituyó bajo la ira de Dios, de manera que fuimos unidos a Cristo en su muerte (Romanos 6:5). Como resultado, los pecadores rescatados han sido traidos en Cristo en otro sentido; hemos sido hechos hijos de Dios y herederos de la recompensa que Él ha compartido con nosotros por gracia (Romanos 8:16,17). Nuestra nueva presencia con Dios es en Cristo. Cuando somos unidos a Cristo (Colosenses 3:1-3), su vida santa empezó a fluir en nosotros por mediodel Espíritu. Una conexión nueva y viva fue creada. Ahora Cristo es la vid en la cual nos apoyamos, y nosotros como sus ramas tomamos vida de Él (Juan 15:1-8).

 

Esta conexión con Cristo no es una unión en la que nosotros compartimos la esencia de Dios, sino una en la que Dios nos provee de vida y virtud. Nuestra unión no es paralela a lo que significa la union de Cristo con el Padre. En esa unión Cristo hace todo aquello que el Padre hace; nosotros no. Él siempre ha sido lo que el Padre es, algo que nosotros nunca seremos. Nosotros tenermos una clase diferente de unidad. Él se ha identificado con nosotros pecadores, y nosotros hemos sido identificados con Él como nuestro salvador del pecado. El momento en que lo recibimos, le pertenecemos y somos dados el derecho de ser hijos de Dios (Juan 1:12). Previo a eso, estábamos muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1), y sin ser parte de su familia.

 

Jesús es el Hijo, nunca un hijo. La relación de Jesús con Dios Padre es de absoluta igualdad. Él estaba ahí en el principio con el Padre; nosotros no. La unidad eterna de Jesucristo con el Padre es al nivel de Dios, porque Jesús es el Señor Dios.  

 

I.           Conclusión

 

“¿Qué hombre es éste, que aún los vientos y el mar le obedecen? ” (Mateo 8:27)

 

La Biblia hace está pregunta y da una abundante respuesta. Toda la Biblia enseña que Jesucristo es Dios el Señor. Comenzó con la promesa de una persona por venir, la simiente de la mujer. Él tendría que ser humano al nacer de una mujer. Sin embargo, para derrotar al mal, ¡tendría que tener un gran poder! En la primera promesa de un Salvador en el jardín del Edén, la Biblia no dice que esta persona es Dios. Pero muy pronto en Génesis somos introducidos al ángel del Señor, una persona distinta del SEÑOR, pero al mismo tiempo llamado el SEÑOR.

 

En el Salmo 2 un rey ungido, el Mesías, es el Hijo de Dios quien reinará sobre todas las naciones. En Daniel 7 uno llamado el “Hijo del Hombre” aparece como soberano para ser adorado por todos para siempre. Cuando el SEÑOR declara que Él como Dios salvará y apacentará su rebaño, encontramos que este pastor real en camino es el hijo de David. Luego el profeta Isaías llamó a Aquel que se sentará en el trono de David, Dios! Así, siglos antes del comienzo del Nuevo Testamento, una corriente de revelación nos prepara para creer en un Mesías divino, que se volvería ser humano. 

 

La doctrina de la deidad de Cristo no comienza en el Nuevo Testamento. El Señor Jesús afirmó que las escrituras del AT habían hablado de Él: “era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos" (Lucas 24:44). En estos últimos pasajes del NT Jesús es el creador de todas las cosas. Él es llamado Dios por un cierto número de escritores del NT. Ellos habían aplicado afirmaciones del AT a Jesús las cuales eran referencias obvias al SEÑOR (Jehová). Los apóstoles no tenían duda de quien era Jesús realmente. El apóstol Juan mencionó que Isaías al ver al SEÑOR había visto la gloria de Jesús. Ninguna parte de este folleto es más importante que los textos que muestran que Jesús es también “Jehová”.

 

No estamos limitados a lo que otros dijeron acerca de Cristo. Tenemos mucho de lo que Él dijo acerca de sí mismo. Él hace todo lo que Dios hace (Juan 5); Él sabe todo lo que Dios sabe (Mateo 11), y Él comparte el santo nombre de Dios (Mateo 28). Dijo que Él es uno con el Padre (Juan 10).

 

Él tomó todos los títulos mesiánicos en el Antiguo Testamento para sí mismo, afirmando ser el Hijo de Dios, el Mesías, el Yo Soy, el Hijo de David, y con mucha frecuencia el Hijo del Hombre de Daniel 7. Sus poderosas obras han revelado su gloria. Su resurrección probó que Él es el Hijo de Dios que afirmó ser. No es extraño entonces que Jesús permitió ser adorado por aquellos que lo conocían. Esta adoración es un tema predominante en el libro del Apocalipsis, en el cual Jesús, el Alfa y Omega, está sentado con su Padre en un trono llamado “el trono de Dios y del Cordero”. A la luz de todo esto, entendemos las palabras del ángel en su nacimiento: “Os ha nacido en este día en la ciudad de David,un salvador, Cristo el Señor”.

 

Entonces ¿porqué existe tal confusión sobre una verdad que es tan evidente en la Biblia? No es sencillo para nosotros comprender que Dios es tres personas pero un Dios, ó que el Señor Dios pudo hacerse hombre. Sin embargo, lo que no es sencillo es todavía claro, y confirmado por una gran cantidad de pasajes. Sin embargo, muchos se resisten a esta verdad. No podemos ser salvos sin fe en Cristo, y fe salvífica no puede existir si la verdad de Cristo es negada. Tal doctrina es vital. El maligno tiene una larga historia de contradicción fervorosa de Jesús como el Señor Dios vivo. Cualquier cosa que pueda obscurecerla, negarla, confundirla ó rechazarla es su medio malvado de mantener a los cautivos cegados al evangelio. Para servir a Cristo en una forma digna, los cristianos siempre han tenido que contender que Jesucristo es Dios que vino en carne humana      (1 Juan 4:1-6). Creer lo que es enseñado en las Escrituras es de muchas formas todo lo que necesitamos para tener la certeza de que Cristo es Dios. Luchamos contra el amo del engaño y de las tinieblas, pero lo hacemos con la luz de la Palabra de Dios.   

 

Confesar a Cristo es esencial en una fe verdadera y para la salvación (Romanos 10:9, el versículo de las Escrituras por medio del cual fuí convertido a Cristo). Si podemos creer quien es Él, entonces podemos tomar seriamente que su sacrificio fue por nuestros pecados, y que Él es nuestra justicia. Cristo volverá en gran gloria; levantará a los muertos y juzgará al mundo. Un feliz día, el verdadero conocimiento de Jesucristo llenará la tierra como las aguas cubren el mar (Habacuc 2:14). Satanás sera forzado a someterse y confesar que Jesucristo es realmente Dios el Señor. Todo en la vida y en la muerte, ahora y para siempre, para todo ser humano, depende de adoptar a Jesús como Señor! Él advirtió que todos aquellos que lo rechazan como el Yo Soy morirán en sus pecados. No rechace al salvador que Dios ha provisto. Él es tanto creador como redentor; nadie más puede rescatarnos.

 

Espero que todos aquellos que estudien este folleto acepten su verdad, basada en las Escrituras proporcionadas, y confiesen que Jesucristo es Dios el Señor. Lo en enviado especialmente a mis amados hermanos y compañeros en servicio en las Filipinas, con bendición y gracia a todos aquellos que creen que Jesucristo es Señor y lo aman con sinceridad (Efesios 6:24).

 

Con gloria para nuestro santo, soberano, Dios que salva: el Padre, Hijo y Espíritu Santo, un Dios en tres personas para siempre, y que comparten el nombre Señor.  

 

 



[1]   En este folleto emplearé el término “SEÑOR” en lugar de Señor cada vez que la referencia haya sido al nombre del SEÑOR en el AT.  Con el fin de ahorrar espacio generalmente abrevio AT y NT para hacer referencia al Antiguo y Nuevo Testamentos. 

[2]    En hebreo el nombre del Señor se deletrea con las cuatro consonantes JHVH. En español se suele dar el nombre “Jehová”. Es sabido que las vocales usadas para creas la palabra “Jehová”  no eran parte del nombre del Señor. Por muchos siglos los judíos, en una forma de respeto por el nombre de Dios, se negarón a pronunciarlo. Ellos escribían las consonantes ¡sin pronunciarlo!  JHVH (ó YHWH) contiene dos “H’s”, mientras que la lengua griega carece de ella.  Por lo tanto, de qué forma habría de aparecer el nombre del SEÑOR en el NT griego? (En griego el sonido de la h aparece como un acento, ó como parte de otra letra tal como la q que es “z” en castellano).  ¡No existe una letra específica para la h! La decisión fue hecha antes del tiempo de Cristo para traducir el nombre divino JHVH al griego usando una palabra amable para denotar respeto. Se usó kurios; que es traducida como “Señor” en el NT.  Las Biblias en español también usan un término que exprese respeto para referirse al nombre. Podría haber sido pronunciado “Jehová”, ó algo similar. Tenemos la certeza de las cuatro consonantes, pero no de su pronunciación.

 

[3]    En este folleto sobre la deidad de Cristo, he escrito poco sobre el Espíritu Santo, quien es también el SEÑOR (2 Corintios 3:18). El AT se refiere a Él como el Espíritu, nunca como un ángel. El Espíritu es mencionado con mayor frecuencia que “el ángel del SEÑOR”. Existe una buena razón para afirmar que el Hijo es el ángel del SEÑOr. Cristo como imagen de Su Padre posee un rol como representante del Padre. Cristo es el portavoz, el profeta que habla cara a cara con el SEÑOR. El Espíritu, conociendo la mente de Dios en su plenitud, es siempre el ejecutor capaz, todopoderoso, activo de la agenda de Dios. Así como el Padre no hace nada sin el Hijo, tanto el Padre como el Hijo no hacen nada sin el Espíritu.

[4]   En Hebreos 3:1, cuando Cristo es llamado Apóstol (es decir, un enviado) no es apóstol en el sentido que los otros son. El término Ángel nunca es usado para referirse a Cristo en el NT. En Lucas 1:11 el “ángel del Señor” es Gabriel, un ser creado. Los ángeles son siervos/emisarios obedientes (Hebreos 1:14). Cristo tiene un nombre más excelente que ellos (Hebreos 1:4).

[5]   Un falso maestro muy probablemente objetaría que un ángel es sólo un ángel creado, poniendo así a Cristo en el nivel de una criatura. Lo mismoo han hecho con el término Hijo, mientras que han evitado hacerlo con el término Padre, a pesar de que todos los demás padres son creados. El Señor usa nuestro lenguaje para comunicarnos entendimiento. En Isaías 42,49,52 y 53, el SEÑOR llama a Cristo  “Mi siervo”. Debemos notar que este es una forma exaltada de una palabra. En otros contextos el término “siervos” se refiere a simples hombres o ángeles. Ángel del SEÑOR es usado también en una forma exaltada.

[6]   Una ciratura puede ser un agente genuino de Dios. Agencia significa que alguien habla por Él en el nombre de Dios. La identidad es diferente; significa poseer el nombre de Dios, porque aquel que la posee es Dios. Sólo Dios tiene la identidad de Dios. Ver abajo la objeción #6.

[7]   El Antiguo Testamento griego es conocido como Septuaginta. Fue una traducción hecha por académicos judíos alrededor de 200 A.C.

[8]   En esta sección sigo parte del bosquejo y contenido del capítulo dos “El testimonio personal de Jesús” en Jesús, Mesías Divino, el estimonio del Nuevo Testamento © 1990 Robert L. Reymond, P & R publishers, Phillipsburg, NJ, vuelto a publicar por Publicaciones Christian Focus en Escocia (ver www.christianfocus.com).  Dr. Reymond es mi mentor, amigo, hermano, y antiguo profesor de seminario, de quien he recibido permiso para hacer uso de su material.

[9]   Jesús permitió a otros llamarlo el Hijo de David, lo cual ocurrió en muchas ocasiones. El Señor nunca corrigió a nadie por llamarlo de esa manera. Él hablaba con frecuencia acerca del reino e indicaba que Él era su rey (Mateo 7:21; 12:25-28; 16:28). 

[10]   Ezequiel fue llamado repetidamente “hijo del hombre”, por lo regular al comienzo de un nuevo mensaje del SEÑOR como en Ezequiel 5;1; 6:1; 7:1, etc. Al hablar de esta forma el SEÑOR se refería a él como humano.  En el caso de esta gran figura en Daniel 7, el Señor se hizo humano. Este títulofue entonces usado para anticipar su encarnación. Cristo como el Hijo del Hombre de Daniel 7, tan diferente del hombre Ezequiel, es adorado como Dios por ser Dios.  

[11]  Las cuatro conjunciones resaltadas arriba son las mismas en griego (gar or gar). Posiblemente fueron organizadas para dar cuatro diferentes elaboraciones de “el Hijo no hace nada por Sí mismo, sino sólo aquello que ve hacer al Padre”. Las cuatro cláusulas declaran entonces lo que hace el Hijo y porqué.

 

[12]   Ver también Juan 6:20 y 18:5-8.  En estos versículos la frase “Yo Soy” (ego eimi ó ego eimi) aparece cuatro veces más.

[13]   El verbo griegp salvar es una palabra con un amplio márgen de significado, incluído sanar. Por lo que las sanaciones reflejan a Jesús como Salvador.

[14]   La semejanza incluye todos los atributos y cualidades de Dios. Jesús no podría ser la imagen de Dios si hubiera sido creado, ya que no sería eterno. Esto sería una diferencia substancial. La diferencia en la Trinidad es que el Padre no es el Hijo, y el Hijo no es el Padre, de manera que Jesús no asume el rol del Padre como su propia cabeza. El Padre es cabeza de Cristo (1 Corintios 11:3; 15:28). Así como un hombre y una mujer son iguales en valor, y ambos son completamente humanos, con el hombre (al igual que Dios Padre) como cabeza de la mujer; el Hijo es completamente Dios, sujeto al Padre y con un rol diferente.  No son diferentes en gloria, carácter, exaltación, valor, ó rango, sólo en la función de rol e iniciativa.  

[15]   Salvador: 17:10; 43:3, 11, 15; 60:16. Redentor 44:6; 47:4; 49:26; 60:16. Pastor 40:11. Roca: 8:14; 17:10; 26:4; 44:8. (Obsérvese nuevamente 1 Corintios 10:4).  Refugio/Sombra: 4:6, 25:4; y 32:2.  Isaías 32:2 es una profecía distinta sobre Cristo. 

[16]   David F. Wells,  The Person of Christ (La persona de Cristo), (Westchester: Crossway Books, 1984) 64,65.

[17]   Pablo habló de su propia muerte como el derramamiento de una ofrenda bebida. En griego este es un verbo diferente al de Filipenses 2, sin embargo la idea es similar.  Obsérvese que Pablo estaba dando su vida al servicio de Cristo; al hacerlo ¡no estaba en ninguna forma dejando de ser un hombre ó Pablo! Ni tampoco Jesús cedió ningún atributo de lo que Él era como Dios. Simplemente dió su vida humana en la cruz.   

[18]   Este es un texto muy debatido y ha involucrado bastante argumento académico. Ofrezco aquí una explicación de lo que pienso que significa. Estoy de acuerdo con la útil explicación en Jesus, Divine Messiah (Jesús, Mesías Divino), pp.251-266 de Reymond. Muchos fieles intérpretes de Filipenses 2 piensan que Pablo está hablando del Señor volviéndose hombre. El enfoque es la encarnación. Considero que Reymond lo expresa de manera más precisa al decir que el hombre que era Dios no permitió que su deidad lo detuviera de ir a la cruz por otros. La opinión más tradicional de que Cristo se convirtió en el siervo obediente a través de hacerse hombre es verdadera, pero ¿acaso es lo que este texto enseña? Yo dudo que Pablo haya usado como un ejemplo de humildad una situación para la cual no existe analogía. Cómo Jesús obedeció como hombre es un tema de Pablo que se encuentra en otra parte (en Romanos 5). Cristo despojándose (ó vaciándose) a sí mismo es claramente un despojo que no incluye su deidad (¡lo cual es una absoluta imposibilidad!) sino el derramamiento de su vida en un sacrificio de sangre. Las palabras de Jesús en Lucas 22:20 pueden ser de ayuda aquí. Uno puede vaciar (ó despojar de su contenido) una copa al vertirla. Pienso que eso es lo que Pablo quiso decir con la frase de Cristo despojándose a sí mismo.